El artículo analiza la gestión local, destacando su revalorización como espacio de reproducción del capital y como medio para aumentar la participación social. La respuesta a esta situación se produce a través de dos modelos opuestos. Uno está alineado con la Nueva Administración Pública y sostiene gobiernos más eficientes y empresarios que manejan sus recursos, con el fin de dotar a las ciudades de una ventaja más competitiva. Esta concepción subraya la relevancia de la neutralidad técnica y la partida de la política. Otra concepción, identificada con la construcción de una nueva esfera pública, propone modelos de gobierno participativo y control social, y la participación de los ciudadanos para construir políticas públicas y una gestión democrática dedicada a crear una nueva cultura organizacional basada en el aprendizaje organizacional. Una visión que se sustenta en la importancia de la racionalidad política como una forma de orientar la gestión organizativa que debe abordar el liderazgo político y la gestión pública en un proceso colectivo de cambios en el sector público. El artículo busca un enfoque entre ambas concepciones que resalte la relevancia de la capacidad del gobierno para hacer que los actores políticos, sociales y de gestión vean los desafíos para construir una nueva cultura institucional. De este modo, se analiza la relación entre las caras internas y externas del gobierno como características de la modernización de la red de gestión pública. Concluye comparando ambos enfoques para sugerir una guía metodológica que busca aproximarse a sus premisas para comprender la gestión en el gobierno local. El itinerario propuesto sugiere un modelo de gestión integrado por cuatro dimensiones: eficiencia, democracia, participación y espíritu empresarial para desarrollar estudios sobre la relación combinada entre los roles estratégicos de las ciudades y sus sistemas de fortalecimiento institucional.