El objeto de este ensayo es reflexionar y analizar cómo puede y cómo debería ser la Administración pública a largo plazo, por ejemplo a 35 años vista, y llegar al año arbitrario pero "redondo" de 2050 (de ahí el juego del título con 2.050). El objetivo es triple: por una parte no deja de ser un mero divertimento de carácter exploratorio sobre los cambios contextuales que se avecinan y las tendencias de cambio que pueden o deben experimentar las instituciones y los aparatos públicos. Se trata de un ejercicio de esgrima de salón que sin poseer un sólido bagaje académico no deja de ser, paradójicamente, un ejercicio académico por su aroma conceptual, especulativo y teórico. Por otra parte, el segundo objetivo es mucho más palpable, y con una orientación mucho más útil dirigida a los políticos y a los gestores profesionales, para que les aporte una cierta visión y preocupación estratégica que les permita tomar con más enjundia las decisiones más urgentes del presente. Intentar contribuir, con modestia, a que estas decisiones actuales o de futuro inmediato estén orientadas en el sentido de la evolución de los acontecimientos y de la historia y no a contracorriente de todos ellos. Finalmente, el tercer objetivo es animar a académicos y a prácticos a debatir sobre el futuro institucional público a largo plazo como un ejercicio que no se puede demorar mucho más tiempo si deseamos que la gestión pública no quede rezagada de los sincopados cambios que experimenta nuestra sociedad, economía, tecnología e incluso la política.