El modelo BID en la encrucijada
- Aio Díez, Jorge
- Abstract:
- La situación actual de deterioro de los entornos urbanos a nivel económico es un fiel reflejo de la falta absoluta de políticas y estrategias realmente destacables en favor del comercio urbano y su gestión, desde lo público o privado, del mismo. Dos ejemplos de lo dicho son, por una parte, la pérdida irreversible del activo que representa el comercio local para los entornos urbanos y, por otra, la nula acción de liderazgo práctico y real que se ejecuta para adecuarse a la competencia que supone el comercio electrónico o los cambios en los hábitos de consumo. No existe, por tanto, una estrategia pública ni asociativa que incida en los problemas reales y urgentes del momento de cambios que estamos viviendo en todos los órdenes de la vida. Las zonas urbanas están al servicio de la oferta privada, que ha pasado de los centros de periferia a los centros urbanos, acaparando el consumo en ambos, por duplicado, y relegando al comercio local multimarca a un consumo residual en zonas secundarias de la trama urbana y a nuestras ciudades a ser clones de sí mismas y una sombra de lo que fueron. En esta situación, con una urgencia social que clama un apoyo al comercio urbano, y local principalmente, se urge la puesta en marcha de una actuación política y asociativa urgente. Se demanda un proyecto y estrategia que frenen la sangría y el deterioro de los entornos urbanos. La primera gran decisión es quién lidera este proyecto, lo público, lo privado o ambos conjuntamente. La realidad es que los últimos años se ha visto crecer la desconfianza de la parte público hacia el propio sector. Los programas que se ponen en marcha mantienen al sector en una situación de supervivencia, sin autonomía ni futuro independiente. El sector está controlado económicamente, cumpliendo la doble función de mantenerse como interlocución única y con una subordinación debida. La dinamización es la tarea encomendada a las asociaciones, negando un apoyo directo a las estructuras de las agrupaciones comerciales y consumiendo sus recursos en llevar a cabo las acciones de generación de marca y dinamismo urbano a favor de la ciudad y sus gestores. Por ello, y por muchas evidencias más, es clara la situación de dependencia de las asociaciones respecto de las administraciones públicas. Es, en esta tesitura, donde surge el debate de los BID´s como el paradigma para poder abordar los problemas reales y futuros, pero con una responsabilidad compartida a través de la gestión de la actividad económica urbana.<br /> El sector se agarra a la lógica del conocimiento y representación para erigirse en actor principal de estos tiempos basados en actuaciones que realmente influyan en favor del sector. Por contra, los ayuntamientos se consideran de facto un BID, al ser quienes gestionan gran parte de los servicios de valor añadido que pueda ofrecer un BID, la limpieza, seguridad, gestión del espacio público, gestión de lonjas, políticas económicas, etc. Al tiempo, las administraciones públicas son quienes deben de abrir esta puerta a la nueva forma de gestión que genera tanta incertidumbre, al poner en manos del sector y del proyecto una financiación concreta a través de impuestos.<br /> Como siempre pasa, también en el sector asociativo, se empieza la casa por el tejado. En este caso, la financiación se convierte en una necesidad previa a la propia generación del proyecto que aglutine voluntades y adhesiones. Se trata del mayor error que se puede cometer y, desde mi punto de vista, ha sido la variable que ha echado por tierra el modelo de los centros comerciales abiertos. Se cuenta con dinero para hacer lo mismo, o para hacer generalidades que no aportan valor añadido o no son adaptables a todos los entornos por las especifidades y necesidades de cada zona urbana. Una de las grandes virtualidades de los BID´s, y el eje principal de este modelo de gestión, es el proyecto de gestión en sí que se cree. El programa debe definir objetivos, detallar estrategias y plazos y conseguir aglutinar en su estela a los diferentes agentes para su elaboración, tanto públicos como privados. La clave es generar un proyecto para cada BID, propio, abierto a una participación amplia en su definición. La complejidad actual de la gestión de un centro comercial urbano, por la diversidad de agentes, sectores intervinientes y las necesidades y urgencias que amenazan a la tradicional forma de mercadear, deben de priorizar y urgir la definición del plan de actuación. La implantación del modelo BID debe de ser la motivación extra que permita reflexionar la situación, el modelo y hacerlo de manera compartida. Esta tarea es, por lógica y coherencia, el primer trabajo a abordar por quien es el máximo interesado, el sector asociativo comercial. En la definición del proyecto se pueden listar más de 50 temas que preocupan al sector, tanto desde el punto de vista más profesional como de gestión y mejora del entorno urbano como herramienta de competencia. Llegados a este punto, el kilómetro cero de la creación de un posible BID, se definirá la voluntad pública real de compartir responsabilidades y pactar, o la encrucijada del sector de mantener el modelo aparcando la financiación y fijándola como un objetivo a lograr con la futura puesta en marcha práctica de un BID, y procediendo a la constitución de manera unilateral Las dificultades serían máximas, al complicarse la posible ejecución de políticas propias y determinantes en favor del sector servicios, pero el camino recorrido se antoja necesario y de gran valor. Se cuenta con un proyecto o programa de acción trabajado, consensuado con el sector privado, que va a contar con el importante respaldo de gran cantidad de empresarios, y que permite condicionar las políticas económicas de las instituciones para que se alineen con el programa establecido. La obligación del sector pasa por trabajar lo que es, de facto, un buen y justo modelo de gestión, en el que todos aportan a favor de un proyecto compartido y democrático. Ir completando fases de manera unilateral y tractora para que no se malee el desarrollo lógico de un BID y, en caso de falta manifiesta de interés por la implantación de este sistema de gestión urbana o si se pretendiese homogeneizar, malear o acaparar el BID en detrimento de la parte privada, se pasaría al plan B, la declaración unilateral de creación de un BID global, con obligaciones de gestión para cada una de las partes. El inicio de este trayecto se dibuja con el reparto de tareas que, sin pacto tácito, debería de desarrollar cada agente. Una de ellas, la privada, con sus áreas de actuación y un plan de acción que respalda su exigencia y control sobre las políticas públicas, apelando a la voluntad del sector y al proyecto desarrollado y aprobado. Lo público debería de responder a las demandas como si frente a un sector compacto, y no atomizado, se tratara y se acabaría sumando al proyecto o comprometiéndose con el modelo de manera real.
- Área(s) temática(s):
- Año:
- 2016
- Tipo de publicación:
- Paper/Extenso Congresos GIGAPP
- Número:
- 2016-283
- Serie:
- VII Congreso Internacional en Gobierno, Administración y Politicas Públicas. GIGAPP 03-05 octubre 2016.
- Dirección:
- Madrid, España
- Organización:
- GIGAPP. Asociación Grupo de Investigacion en Gobierno, Administración y Políticas Públicas
- Mes:
- Octubre
- Nota:
- AVISO IMPORTANTE: CUALQUIER PERSONA O PARTICIPANTE EN CONGRESO GIGAPP DEBERÁ REMITIR UN EMAIL AL AUTOR(A) PRINCIPAL, EN CASO QUE DESEE ACCEDER A UNA COPIA ELECTRÓNICA DE ESTE DOCUMENTO gerencia@bilbaocentro.com
Hits: 13617